Erykah Badu y mi infancia.

Últimamente me ha estado rondando en la cabeza. Quizás porque ella ha llenado mi infancia en muchas ocasiones. Me acuerdo de escucharla aun cuando luchaba por no quedarme dormida en las reuniones familiares. Mi familia era muy peculiar. Y recuerdo escuchar Guru, Jazzmatazz y la preciosa voz de la Badu. Mi primo me grababa cintas, me prestaba vinilos que compraba o CD´s que no cualquiera era capaz de encontrar. Él quería ser negro, quería ser como Michael Jackson y le flipaba todo este tema. Yo era bien chica, él me llevaba unos diez años, pero aún lo recuerdo con mucha nostalgia. Después, en el camino de Madrid capital a mi casa, mi padre ponía esa cinta en el coche, y yo, que me encontraba tapada por una manta de cuadros, me quedaba dormida con esa melodía de fondo.

Me encantaba y siempre me encantará. Esa voz, su voz, que llenó mi pasado y llena mi presente. Su voz, que compagina con su preciosa tez, suave y aterciopelada. De veras, Erykah fue uno de mis primeros (de los millones) de amores platónicos que rodean, y rodearán seguramente mi vida. Por eso, por su carácter, su estilo inimitable, hoy la dedico un trocito de este espacio.

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